Casitas para niños: un recuerdo inolvidable

Este juego tiene raíces anglosajonas y norteñas, donde es frecuente tener Casas para Pequeños en los jardines de las casas. De ahí, que se conozcan las ventajas de esta actividad, primordialmente en el desarrollo físico, cariñoso, social y asimismo cognitivo.

Seguro que alguna vez has jugado a ser mayor en las casitas para niños. Este inocente juego potencia grandes capacidades intelectuales de los pequeños, que además de esto nutren su autoestima y dicha. Primeramente, relacionarse a través del juego de las Casas para Pequeños potencia las relaciones sociales, puesto que participan de manera conjunta y se da el trabajo en grupo, la resolución de enfrentamientos y la toma de resoluciones. De este modo, las Casas para Pequeños abarcan todas y cada una de las virtudes de los juegos en grupo:

– Cuando juegan en conjunto, aprenden que existen reglas de conducta que deben proseguir para poder llegar a buen fin.

– Estimulan el desarrollo físico, puesto que se implican en acciones no pasivas, que evolucionan y se alteran con el trascurso de la actividad.

– Fomenta la inventiva y el desarrollo del potencial social de los pequeños, que aprenden a trasmitir sus ideas a fin de que sean comprendidas para otros.

– Se identifican entre ellos, en tanto que hallan comportamientos o bien creencias en sus amigos que  asimismo tienen, con lo que pueden reconocerse a ellos mismos en sus compañeros.

– Verifican su capacidad de diálogo y de colaboración cuando procuran que una actividad se desarrolle adecuadamente, viéndose obligados a llegar a pactos y a negociar.

– Practican su capacidad organizativa a lo largo de los preparativos del propio juego, que en muchas ocasiones resultan ser los instantes más provechosos para la sociabilidad y el desarrollo lingüístico.

– Aprenden a relacionarse en democracia, puesto que exponen sus ideas, las valoran, practican su empatía, toman resoluciones y resuelven los posibles enfrentamientos surgidos.