Futbol mexicano-Luis de la Fuente-Horacio Casarin

7. Luis de la Fuente (1934-50, nueve tapones, siete goles)

Comparado con el recorrido de Claudio Suárez, el cual mencionamos en otra nota, el récord de Luis de la Fuente (el pirata) de sólo nueve juegos internacionales parece un poco mísero. Sin embargo, el centrocampista dejó una huella indeleble en la historia del fútbol mexicano, tanto que un estadio recibió su nombre en su ciudad natal de Veracruz.

Renombrado como un jugador completo con dos pies buenos, técnica impecable y atletismo natural, Fuente se convirtió en el primer jugador mexicano en jugar en cuatro países diferentes, incluyendo un impresionante período en la Liga Española que llegó a su fin debido a la Guerra Civil.

El récord internacional de gol de Fuente sigue siendo impresionante, y fue un destacado intérprete en los intentos infructuosos de la selección mexicana, comunmente denominada "el Tri", por alcanzar la Copa del Mundo de 1934. La Federación Internacional de Fútbol de Historia y Estadísticas (IFFHS) lo nombró el segundo mejor jugador de Centro y Norteamérica del siglo XX.

6. Horacio Casarin (1937-56, 16 partidos, 15 goles)

Otro jugador con relativamente pocos torneos en comparación con otros en esta lista, Horacio Casarin también se hizo famoso al público mexicano durante los años cuarenta y cincuenta. Al igual que Fuente, Casarin pasó una pequeña parte de su carrera en España, dando buenos resultados para los catalanes de Barcelona, también recibió un excelente entrenamiento de fútbol en aquel país.

Durante un partido con Necaxa en 1939, Casarin fue sometido a crueles abusos físicos durante un partido contra Asturias, siendo finalmente obligado a abandonar el campo después de sólo 20 minutos. Viviendo el trato que le dieron a su jugador estrella, los aficionados del Necaxa procedieron a quemar el estadio de madera de Asturias en represalia.

Él continuó ayudando a Atlante a ganar el título mexicano de 1947 más adelante en su carrera antes de participar en su primera Copa del mundo en 1950. Durante ese torneo, él anotó uno de los únicos dos goles que El Tri logró en una demostración decepcionante en Brasil.