Compromiso y bienestar animal: cómo una historia de adopción se convirtió en un proyecto con impacto real

En este contexto, la colaboración ciudadana es más necesaria que nunca. Desde adoptar o acoger temporalmente a un animal, hasta donar materiales básicos, ofrecer tiempo como voluntario o apoyar proyectos que destinan parte de sus ingresos a estas causas, cada gesto suma.

Una de esas iniciativas solidarias es Chiwi’s Pet Care, un proyecto que surgió a partir de una experiencia familiar transformadora. En agosto de 2024, decidí lanzar este emprendimiento inspirado en Chiwi, la perra que adoptamos poco después de llegar a Barcelona desde Argentina.

En aquel entonces yo acababa de mudarme con mi familia y La llegada de Chiwi nos cambió la vida, pero también evidenció la falta de productos realmente accesibles,  naturales y respetuosos con la piel de los animales. A partir de esa necesidad y del deseo de generar un impacto positivo, nació la idea de desarrollar una línea de cuidado animal que no solo ofreciera calidad, sino también conciencia social.

Desde el principio, Chiwi’s Pet Care tiene como eje central la ayuda a protectoras. Por eso, el 5% de cada compra se destina directamente a refugios que acogen a animales abandonados. Hasta ahora hemos colaborado con protectoras en la provincia de Barcelona, que albergan más de 300 animales entre perros y gatos, todos esperando una nueva oportunidad.

Quienes quieran conocer más sobre el proyecto y su impacto pueden visitar la página web oficial de Chiwi’s Pet Care, donde también se encuentra el blog educativo, con artículos sobre adopción, cuidado responsable y consejos útiles para convivir con animales.

Este proyecto no pretende resolver el abandono por sí solo, pero sí aspira a ser parte de la solución. Al elegir productos que además de cuidar aportan, al compartir contenido, colaborar con refugios o simplemente ayudar a difundir el mensaje, cada persona puede aportar su granito de arena.

En un país donde miles de animales esperan ser adoptados, actuar desde lo cotidiano puede marcar la diferencia. Porque ayudar no siempre requiere grandes gestos: a veces, empieza con una compra consciente, una historia compartida o una visita a un refugio local.