Depresión en adolescentes. Cómo comprender y ayudar
A medida que avanza el tiempo, cada vez es más común que los jóvenes sufran depresión. Muchos manifiestan síntomas tales como no tener ganas de hacer nada, ni siquiera aquellas cosas que más les gusta hacer; no querer salir de la cama; sentimientos de inutilidad; indiferencia social; e incluso pensamientos suicidas, por mencionar algunos síntomas típicos.
Es importante saber diferenciar los bajones de ánimo o sentimientos pasajeros de tristeza o melancolía, con la depresión. Según datos que aporta la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre las edades de 10 a 19 años, la depresión es la principal causa de enfermedad.
La depresión no hace distinción de edad ni sexo, puede aparecer indistintamente en ambos géneros y a cualquier edad. Otros síntomas suelen ser trastornos del sueño y de los hábitos de alimentación, llegando a caer en ambos extremos, o comer compulsivamente o bien no ingerir prácticamente nada de alimento. También es recurrente el tener baja autoestima, episodios de tristeza muy prolongados, no querer ver a nadie, dificultad para concentrarse, y un largo etc.
La pregunta que puede surgir es: ¿por qué un joven o una joven llega a padecer depresión? Principalmente suele deberse a tres factores, como son: factores sociales, psicológicos y biológicos. En cuanto a este último, muchos jóvenes "heredan" la depresión de alguno de sus progenitores. Puede que algún elemento genético esté afectando al buen equilibrio químico del cerebro.
Muchos jóvenes han caído en la depresión debido a un elevado nivel de estrés causado, por ejemplo, por una tensión excesiva producida en épocas de exámenes. Personas más propensas a deprimirse acusan a mayor grado estas situaciones en cuestión.
Algo que afecta especialmente en este sentido, es vivir una separación o un divorcio en el hogar, la muerte de alguien cercano, haber sido víctima de maltrato físico o verbal, el bullying, abusos sexuales, o una enfermedad grave, propia o de alguien de su entorno.
Cuando la depresión aparece, lo idóneo es buscar un tratamiento profesional que nos pueda ayudar a mejorar. Y es que, igual que una enfermedad física afecta a algún determinado órgano de nuestro cuerpo, el cerebro también se ve afectado.
Algo que contribuye a mejorar es llevar un estilo de vida sano. Una buena alimentación, hacer ejercicio de manera regular y dormir lo suficiente, ayudan a estabilizar nuestro estado anímico. Por ejemplo, el ejercicio libera sustancias como la serotonina, la dopamina que contribuyen a reducir los niveles de ansiedad y estrés.
El apoyo de los familiares y amigos cercanos es fundamental. Poder tener a alguien de confianza con quien hablar y expresar nuestros sentimientos, ayuda a aliviar la presión emocional.
Centrar la mente en cosas que nos gustan, ayuda a no pensar en los problemas de manera exclusiva. Incluso buscar maneras de ayudar a los demás, alivia la carga y la tensión mental.
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TAGS: psicólogos para adolescentes
AUTOR: Sandra Serrano Psicóloga
EN: Bienestar