Cómo la música potencia el desarrollo cognitivo y el lenguaje en los bebés desde el primer día

Expertos en neurociencia y educación infantil coinciden en que los bebés, incluso desde antes de nacer, son capaces de percibir sonidos y ritmos. “El oído se desarrolla muy temprano, y la música activa áreas del cerebro vinculadas con la memoria, la atención y la comunicación”, explica la doctora Laura Méndez, especialista en desarrollo infantil.

La exposición temprana a melodías y canciones estimula la coordinación entre hemisferios cerebrales, promoviendo la adquisición de habilidades lingüísticas. Según investigaciones publicadas en revistas especializadas, los bebés que escuchan música de forma regular muestran una mayor capacidad para reconocer patrones sonoros y mejorar la pronunciación de palabras cuando comienzan a hablar.

Pero la estimulación musical en bebés no se limita al aprendizaje del lenguaje. El ritmo y la melodía también favorecen la regulación emocional y la capacidad de concentración. Actividades tan simples como cantar nanas, reproducir canciones infantiles o tocar instrumentos de percusión suaves pueden marcar la diferencia en el desarrollo temprano del niño.

Métodos educativos como el método ETFES, pionero en la integración de la música desde los primeros días de vida, promueven ejercicios que combinan movimiento, voz e interacción con los cuidadores, generando un entorno rico en estímulos que potencia tanto la inteligencia musical como las competencias cognitivas generales.

Los pediatras y educadores recomiendan que la música forme parte de la rutina diaria de los bebés. Desde canciones de cuna hasta melodías suaves durante el juego, cada nota contribuye al desarrollo del lenguaje, la memoria y la atención. La clave está en la constancia y en la creación de un vínculo afectivo mediante la música, que no solo entretiene, sino que también educa y desarrolla.

En conclusión, la estimulación musical en bebés es una herramienta valiosa que combina diversión y aprendizaje. Incorporar la música desde los primeros días de vida no solo ayuda a los pequeños a hablar antes y mejor, sino que también fortalece su desarrollo cognitivo, emocional y social, sentando las bases para un aprendizaje más integral a lo largo de la infancia.