Domina la técnica del layering para crear una firma olfativa personal

El layering no es solo un truco de moda, sino una forma de prolongar y enriquecer la fragancia. Al partir de una base potente (como oud, ámbar o almizcle) y superponer notas medias (florales, frutales) o ligeras (cítricos, acuáticas), se logra una profundidad mayor y una persistencia prolongada sobre la piel. Esta combinación permite jugar entre intensidades y revelar matices que quedarían ocultos con una sola fragancia.

Para ponerlo en práctica, se recomienda comenzar con la capa más pesada, aplicarla sobre piel limpia e hidratada sin perfume, luego incorporar la nota intermedia y finalizar con un toque ligero y fresco. No conviene saturar la piel: con dos o tres productos bien elegidos es suficiente para conseguir una mezcla armoniosa. Además, cada aroma debe adaptarse tanto al clima como a la ocasión: en días cálidos o ambientes diurnos se priorizan mezclas ligeras, mientras que en tardes frías o eventos nocturnos funcionan mejor los aromas más envolventes.

También resulta útil experimentar con combinaciones como oud + rosa (elegante y romántico) o ámbar + vainilla (cálido y envolvente). Las fragancias árabes destacan por su versatilidad para el layering, gracias a su riqueza olfativa y su longevidad.

En definitiva, más que aplicar un perfume, se trata de construir un aroma que te distinga. Esta aproximación convierte la perfumería en un acto de expresión personal, donde cada nota se elige con intención. Con esta visión puedes crear una fragancia que después de mucho tiempo siga siendo tu sello.