Las chatarrerías chinas están gestionando mal nuestros residuos

El negocio de las chatarrerías en los países occidentales está claro que es necesario. Sirve para reciclar metales y gestionar correctamente las materias primas que se utilizan para fabricar productos de distinta índole. No obstante, ¿Están realmente optimizadas en su administración como para sacar el máximo provecho? Esta cuestión resulta inquietante en el momento que otros mercados intercontinentales del mismo sector se aprovechan precisamente de las carencias de las plantas de occidente.
El asunto lleva consigo, quizá, un problema de fatal arrogancia. Estados Unidos y Europa reciben continuamente manufacturas que provienen de China y otros estados asiáticos. De ellos se consumen prácticamente todo tipo de productos, sobre todo tecnológicos. Sin embargo, quizá se pensó que el negocio solo estaba en lo que Estados Unidos (en su mayoría) importaba. Artículos de todo tipo a precios muy bajos. A primera vista parecen todo ventajas, ¿verdad? Error.
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Las chatarrerías, aunque no lo parezca, son creadoras de economías que mueven miles de millones. Ello, claro está, sin contar con datos acerca del mercado negro de metales. Por ello, mientras occidente creía que realizaba el negocio del siglo comprando productos a China a bajo precio (también de peor calidad, todo sea dicho), ellos hacían lo propio llevándose de vuelta la chatarra de los países con los que alcanzaban estos acuerdos. En definitiva, el gigante oriental está aprovechando los componentes metálicos sobrantes nuestros para volver a utilizarlos de cara a venderlos de nuevo convertidos en otro producto. De este modo la competencia en cuanto a precios contra China es casi imposible y, además se está haciendo un flaco favor a la gestión correcta de estos residuos. Y es que las chatarrerías chinas no están lo suficientemente capacitadas para realizar las prácticas adecuadas en el tratamiento de estas materias primas. Lo cual está propiciando zonas de alta contaminación en dicho país.
Teniendo en cuenta todo lo aquí expuesto, están claros dos puntos: Las chatarrerías son un negocio increíblemente lucrativo y, además, está indebidamente regulado a nivel internacional. No en todos los lugares lleva consigo un objetivo medioambiental que es el que debe prevalecer como servicio que proporciona. El correcto reciclaje de metales debe ser obligatorio tanto en el tratamiento como en los procesos para llevarlo a cabo.
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AUTOR: Recemsa