Valorar la displasia de cadera en perros
Displasia de cadera en perros: Guía completa de salud articular
La displasia de cadera en perros es una de las patologías ortopédicas más frecuentes y preocupantes para los propietarios. Se trata de una enfermedad del desarrollo que afecta la articulación de la cadera, principalmente en razas medianas, grandes y gigantes. En esencia, ocurre cuando la cabeza del fémur no encaja de manera armónica en el acetábulo (la cavidad de la pelvis), generando una inestabilidad que, con el tiempo, deriva en inflamación, dolor crónico y artrosis.
En nuestra clínica veterinaria en Granada, vemos a diario cómo esta condición afecta la calidad de vida de los pacientes. Aunque tiene un componente genético hereditario complejo, factores ambientales como el crecimiento rápido, el exceso de ejercicio en edades tempranas y la nutrición juegan un papel crucial. Un diagnóstico precoz es la mejor herramienta para asegurar que tu compañero mantenga su movilidad y alegría durante muchos años.
¿Por qué se produce la displasia de cadera?
Aunque no se ha determinado una causa única y absoluta, la laxitud articular es el factor desencadenante principal. Esta "holgura" en la articulación impide que los huesos se mantengan en su sitio, provocando un desgaste prematuro del cartílago.
Además de la genética, existen factores coadyuvantes que aceleran el proceso. La cantidad de fluido articular, la masa muscular de los cuartos traseros, los cambios hormonales durante el crecimiento y, muy especialmente, el sobrepeso, influyen directamente en la gravedad de la osteoartritis resultante. Ya en 1966 se definió como una laxitud que permite la subluxación en etapas tempranas de la vida, lo que inevitablemente conduce a un aplanamiento de los huesos y a la aparición de enfermedad degenerativa. En definitiva, es un problema mecánico que requiere una solución médica o quirúrgica especializada.
Razas con mayor predisposición a la displasia
Si bien cualquier perro puede padecerla, la displasia de cadera en perros está estrechamente ligada a razas grandes y gigantes. Entre los pacientes más habituales en nuestra consulta se encuentran el Pastor Alemán, el Rottweiler, el Labrador y el Golden Retriever. Estos perros suelen tener un crecimiento óseo muy rápido que debe ser monitorizado de cerca.
Curiosamente, razas como los galgos y otros lebreles muestran una incidencia mucho menor, lo cual se asocia a su excelente masa muscular en los miembros pélvicos, que ayuda a "sujetar" mejor la articulación. No obstante, no debemos bajar la guardia: el control de los padres (pedigrí libre de displasia) y el seguimiento veterinario desde cachorros es fundamental para cualquier raza si queremos prevenir problemas de movilidad a largo plazo.
Síntomas frecuentes: ¿Cómo identificar el dolor?
Los signos de la displasia son variables y pueden aparecer de forma progresiva. En cachorros y jóvenes (forma juvenil), es común observar el "bunny hopping" o marcha de conejo (correr moviendo ambas patas traseras a la vez), dificultad para levantarse o reticencia a saltar y jugar. Esta fase suele estar ligada a una inestabilidad articular severa.
Por otro lado, la forma crónica aparece en perros adultos o mayores. Muchos de estos pacientes han compensado el problema durante años hasta que el dolor se vuelve agudo debido a la artrosis avanzada. Podrás notar que tu perro camina con rigidez, se cansa rápido en los paseos o muestra dolor al tocarle la zona de la cadera. Ante cualquiera de estas señales, acudir a una clínica veterinaria en Granada para una revisión ortopédica es el paso más responsable.
Importancia de la valoración de la displasia de cadera en perros
Un diagnóstico temprano es la clave del éxito. La valoración de la displasia de cadera en perros debe iniciarse idealmente entre las 12 y 24 semanas de edad en razas predispuestas. En Clínica Veterinaria Alcazaba, el proceso comienza con una anamnesis veterinaria detallada y la observación de la marcha (usando incluso grabaciones a cámara lenta para detectar cojeras sutiles).
La exploración física se divide en dos fases:
Paciente consciente: Evaluamos la masa muscular, el rango de movimiento y la presencia de crepitaciones (chasquidos articulares).
Paciente sedado: Es fundamental para realizar maniobras como el Test de Ortolani o el Test de Barlow. Estas pruebas permiten detectar la laxitud articular de forma precisa, algo imposible de evaluar correctamente con el perro despierto debido a la tensión muscular y el posible dolor.
Estudios radiográficos y pruebas de imagen
El estudio radiográfico bajo sedación es el "estándar de oro" para confirmar el diagnóstico. Buscamos señales de remodelación ósea, formación de osteofitos (picos de loro) y la profundidad del acetábulo. Realizamos diversas proyecciones, desde la clásica radiografía en extensión hasta posiciones de distracción como el método PennHip, que mide cuantitativamente la laxitud de la cadera.
En casos complejos, nuestra clínica veterinaria en Granada puede requerir técnicas avanzadas como la tomografía computadorizada (TC) o la resonancia magnética (RM), que ofrecen una visión detallada de los tejidos blandos y la estructura ósea tridimensional. Toda esta información es vital para decidir si el tratamiento debe ser conservador o si el paciente es candidato a cirugía.
Opciones de tratamiento: Médico y Quirúrgico
El tratamiento se divide según las necesidades del paciente. El tratamiento médico o conservador es paliativo: busca reducir el dolor mediante el control estricto del peso, el uso de antiinflamatorios (AINEs), anticuerpos monoclonales, condroprotectores y fisioterapia. Es ideal para casos leves o perros mayores donde la cirugía no es una opción.
Cuando la calidad de vida está comprometida, recurrimos al tratamiento quirúrgico. En pacientes jóvenes, técnicas como la sinfisiodesis púbica o la doble osteotomía pélvica pueden corregir el desarrollo de la articulación. En adultos con artrosis grave, las opciones incluyen la artroplastia de escisión (eliminar la cabeza del fémur) o la solución más avanzada y definitiva: la prótesis total de cadera.
La Prótesis de Cadera: La solución definitiva
La prótesis de cadera (Total Hip Replacement o THR) es el tratamiento más avanzado para la displasia de cadera en perros. Consiste en sustituir la articulación dañada por implantes sintéticos de alta tecnología. A diferencia de otras técnicas, la prótesis respeta la biomecánica del perro, permitiendo una recuperación funcional completa y eliminando el dolor de forma radical.
Este procedimiento requiere cirujanos ortopédicos con formación específica y equipos de alta precisión. Tras la intervención, el paciente suele volver a una vida normal en unas 12-16 semanas tras un periodo de rehabilitación controlada. Es, sin duda, la opción que mejores resultados ofrece para que los perros vuelvan a correr y saltar sin limitaciones.
En la Clínica Veterinaria Alcazaba, estamos comprometidos con la salud de tu mascota. Si sospechas que tu perro puede tener problemas articulares, no esperes a que el daño sea irreversible.
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AUTOR: Clínica Veterinaria Alcazaba
EN: Bienestar
