Un dos por uno, la llamada de mi amiga y una de comida rápida

Comenzaremos con una breve historia cotidiana que nos ha podido pasar a más de una o uno.
Estaba plácidamente tumbada en mi sofá, con una cerveza bien fresquita y viendo una buena película, una mezcla de comedia amorosa no exenta de algún que otro enredo. Se podría decir que era uno de esos momentos en los que decides que quieres dedicarte a ti y solo a ti, pero.... una simple llamada de mi amiga dio al traste con mi elegida soledad.
Tras descolgar, lo único que se escuchaba era un llanto desconsolado y alguna que otra palabra inaudible, como suele ocurrir cuando intentamos hablar mientras estamos conteniendo las lágrimas. Al final, tras un… tranquila, tranquila, yo voy para tu casa, pude descifrar, a duras penas, que su novio había decidido no continuar con la relación.
Así que me vestí rápido y fui a casa de mi amiga. Llegué y nos abrazamos fuerte, en ese momento, el abrazo era la mejor forma de comunicarnos. Tras un buen rato de confidencias, lágrimas y opiniones encontradas, llegué a la conclusión que la mejor forma de cambiar el ánimo de mi amiga era pedir un servicio de comida rápida en Pamplona, la encantadora ciudad donde pasamos nuestros días.
El tiempo que dedicamos a mirar los platos y menús que aparecían ante nuestros ojos y que nos hacían tener ganas de probar todos y cada uno de ellos, hasta el momento en el que por fin nos decidimos por un kebab, una ensalada especial de la casa y un postre con el ingrediente principal para estos casos, que no podía ser otro que el chocolate, para acto seguido hacer el pedido, conseguí, no solo que dejara de llorar, sino que se le escapara alguna que otra sonrisita.
Y lo mejor estaba por pasar. Cuando abrimos la puerta y apareció ante nosotras el repartidor de la comida a domicilio de Pamplona, me dije para mí, este es el argumento que necesito para dulcificar la tristeza de mi amiga, mostrarle como, en un solo segundo y de la forma más insospechada, puede aparecer ante ti algo o alguien que te haga darte cuenta que puedes volver a enamorarte, volver a ilusionarte y dejar atrás todo lo que ya es pasado, aunque el pasado sea solo ayer, o la última hora o el segundo anterior.
La visión del repartidor, junto con el delicioso menú que nos trajo muy amablemente a casa, logró que las emociones se fueran trasformando poquito a poquito, seguía habiendo lloros y tristeza, pero cada vez dejaba más sitio para las risas. Y así, seguimos hablando e hincando el diente a ese exquisito kebab que nos trasladaba al oriente, tanto es así, que decidimos emplear los días que nos quedaban de vacaciones para emprender un viaje a Marruecos.
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AUTOR: Contenidos7
EN: Alimentos